Hace tiempo fui quien cuidó de estas vecindades que ahora son hotel. En aquella época no imaginé que mi recuerdo se mantendría y reviviría entre personas procedentes de otros mundos a través de la lectura que ahora les ofrezco. He tratado de concentrar algunos consejos, datos, variadas referencias e indagar sobre temas que seguramente los han atraído a esta tierra de color y sabor incuestionables. Lo que les presento no es una guía turística pues tampoco pretende serlo porque para ello tenemos infinidad de libros, revistas, enlaces o folletos que recogen de una manera exhaustiva historia, costumbres, tiendas, bibliotecas, museos… No. Mi interés es menos pretencioso pero muy útil. Les explico.

Mi función es sencilla: quiero que cuando entren en Las Golondrinas ya nos conozcan y que aprovechen su viaje lo mejor posible. Conozco Oaxaca desde la década de los 30 pero mucho ha cambiado. En aquellos días la calle no sonaba a coches y las trenzas con listones eran la moda; cruzar del otro lado de la acera era... digamos, hasta aburrido. Nunca hubiera podido imaginar que estaría hablando con ustedes, nuestros queridos huéspedes, a través de nubes y redes porque las nubes eran aquellas formas blancas o grises que veía en el cielo y las redes algo que podía tocar y que servían para variadas cosas. Todo podía explicarse, hasta con mímica. Platicar era eso: momentos de miradas, palabras y complicidad. Ahora es diferente, pero ya ven que yo también aprovecho la modernidad para mi trabajo.

Y ahora sí me presento... Soy doña Petra, o Petrita, como gusten llamarme. Espero que su estancia en el Hotel Las Golondrinas tenga la misma magia que me trajo de vuelta aquí: un hechizo fascinante que atrape sus sentidos y emocione su mirar. ¡Bienvenidos!